En este artículo resumimos el artículo "Envejecimiento y longevidad" de la Dra. Ma. Eugenia Pulido Álvarez sumado al fragmento una nota de Gabriela Ensinck titulado "Nuevas terapias de rejuvenecimiento: tras el sueño de los alquimistas"
El ciclo de la vida es un viaje que todos emprendemos desde el momento de nuestro nacimiento hasta alcanzar ciertos hitos de desarrollo. Sin embargo, este viaje no es eterno y culmina inevitablemente en la muerte. La etapa que marca el declive progresivo de nuestras facultades físicas y mentales es lo que denominamos envejecimiento. Aunque conceptualizar el envejecimiento no es una tarea sencilla, está claro que va más allá del simple paso del tiempo. Es un proceso biológico complejo que se manifiesta a lo largo de un período de tiempo, y solo comprendemos plenamente sus implicaciones cuando lo experimentamos o lo observamos en otros.
El envejecimiento, a diferencia de otros eventos biológicos, no parece tener un propósito claro. Mientras que casi todos los demás acontecimientos biológicos parecen servir a algún propósito evolutivo, el envejecimiento no sigue esta lógica. Es más bien un camino hacia la inevitable muerte, una consecuencia de la falta de función adaptativa en la vejez.
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha reflexionado sobre el envejecimiento y la vida eterna. Mitos y leyendas de diferentes culturas han expresado la idea de la existencia de lugares o personas que desafían el paso del tiempo. Incluso textos antiguos como la Biblia mencionan longevidades sorprendentes, aunque muchas veces se interpretan más como alegorías que como hechos literales.
Existen dos corrientes principales en la comprensión del envejecimiento: las teorías programadas y las aleatorias. Las primeras sugieren que el envejecimiento está intrínsecamente programado en nuestros genes, mientras que las segundas lo ven como el resultado de daños aleatorios y acumulativos en el cuerpo con el tiempo.
Estas teorías sugieren que hay un programa genético que determina el inicio y la velocidad del envejecimiento. Se plantea la existencia de un “reloj genético” que regula este proceso, aunque aún no se ha identificado claramente.
Por otro lado, las teorías aleatorias proponen que el envejecimiento es el resultado de daños acumulativos causados por procesos aleatorios, como la acumulación de productos de desecho o los efectos nocivos de los radicales libres.
A medida que la ciencia avanza, también lo hace nuestra búsqueda de la longevidad. Se exploran diversas vías, desde la genética hasta la medicina regenerativa, con la esperanza de prolongar la vida humana y mejorar su calidad.
Roberto Grau es bioquímico de la Universidad Nacional de Rosario e investigador del CONICET. En los 90 se especializó en Biología Molecular en los Estados Unidos y hasta el año 2000 sólo hizo investigación básica. “Me interesaba conocer por qué una célula en un momento deja de crecer y dividirse y se transforma en una espora, que es algo inerte. Y así empecé a trabajar con los Bacillus subtilis, unas bacterias con esporas que son tan resistentes, que la agencia espacial europea planea llevarlas en su próxima misión al planeta Alfa Centauri, a más de 4.300 años luz”. Advertencia: tardarán tanto en llegar que es improbable que quienes lean esta nota vivan tanto como para verlo.
Durante su estadía en el país del norte, Grau encontró en un Starbucks una revista Scientific American cuyo título le llamó la atención: “Bacterias rejuvenecedoras”. “La nota me recordó la conversación que había tenido años atrás con mi colega japonés Akira, que estaba desesperado por comer natto, una comida típica japonesa en base a porotos de soja fermentados por Bacillus subtilis. Él me comentó que (pese a su horrible olor a amoníaco) es muy saludable y considerado “alimento de la longevidad”. Cuando leí el artículo se me acomodaron las fichas”, dice Grau.
“Yo había empezado a trabajar con Bacillus aplicado al agro, ya que tiene efectos biofertilizantes. Y decidí sumar otras líneas de investigación: para el desarrollo de vacunas recombinantes, junto al Instituto Cubano de Inmunología; y en probióticos aplicados a alimentos, junto al Instituto Cerela de Tucumán”, relata.
Para investigar los efectos de esta bacteria, Grau y su equipo utilizan como modelo animal un nematodo (gusano) llamado Caenorhabditis elegans, que presenta varias ventajas respecto de los ratones de laboratorio. Su ciclo de vida es de 20 días, con lo que los resultados de los experimentos se pueden conocer rápido. Además es transparente, lo que permite diferenciar sus órganos fácilmente al microscopio, y tiene un sistema nervioso central asimilable al de los seres humanos.
En 2016 Grau y su equipo publicaron un trabajo que mostraba el efecto rejuvenecedor de estas bacterias en los gusanos de laboratorio. “Aquellos alimentados con Bacillus subtilis vivían 30 días en lugar de 20, con lo que su expectativa de vida creció un 50%”, comenta el biólogo molecular. El hallazgo abrió el camino para el uso de esta bacteria probiótica (con beneficios para la salud) en la suplementación de alimentos y bebidas. De hecho, una pyme de Rosario elaboró un suplemento dietario, Kyojin, a partir de un acuerdo de transferencia con el Conicet y la Universidad Nacional de Rosario.
Alentados por estos resultados, comenzaron a investigar los efectos del Bacillus subtilis en enfermedades neurodegenerativas (siempre usando como modelo al gusano elegans) y hallaron que “el probiótico mejora la supervivencia de las neuronas y de esa manera protege contra el Parkinson y el Alzheimer. O en los casos de neuronas ya afectadas, la enfermedad se manifiesta en forma más lenta y menos agresiva”. Estos resultados fueron presentados en el Congreso Internacional de Alzheimer, Parkinson y otras demencias realizado en Turin, Italia, en 2018.
El nuevo hallazgo abre la puerta a una promisoria industria de los “psicobióticos” para suplementar alimentos, que son como los probióticos pero con efecto en la salud mental. Un mercado interesante, si se considera que, una de cada 7 personas mayores de 60 padecerá Alzheimer, y una de cada 3 mayores de 85, según datos del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
KYOJIN está respaldado por publicaciones científicas internacionales sobre la bacteria probiótica Bacillus subtilis y sus propiedades anti-envejecimiento, antiinfecciosas, y neuroprotectoras.
Este producto es estable y no requiere refrigeración para su conservación. No contiene soja, leche ni sus derivados.
Fue desarrollado a partir de un alimento vegetal, milenario, de origen japonés, denominado NATTO que también es conocido como QUESO VEGETAL debido al típico aroma que posee. Los japoneses le asignan al hábito del consumo diario de NATTO el ser una de las causas de su alta longevidad y salud.
KYOJIN (palabra japonesa que significa gigante o titán) contiene a la bacteria probiótica Bacillus subtilis DG101 que el Laboratorio Química Luar es pionero en el mundo en su investigación.
AYUDA A: fortalecer las defensas inmunológicas y la inmunidad innata, proteger las neuronas, una mejor digestión de los alimentos, controlar la glicemia, la insulina, el sobrepeso y la obesidad.